De sobra sabes que eres la primera que no miento si juro que daría por ti la vida entera, por ti la vida entera. Y sin embargo un rato cada día ya ves te engañaría con cualquiera te cambiaría por cualquiera.
Suena la voz de Sabinas en las bocinas de mi coche. Viernes en la noche, sábado por la madrugada y las notas de una canción que parece haber sido escrita para mí, para Ella. No es, y más seguro es que nunca sea la que me acompañe.
El olor de mi última conquista todavía impregna mi ropa. Su cuerpo junto al mío, rozando, tentando, provocando. No negare que la disfrute, como disfrute conquistando a todas las demás. Dios me dio el don de conquistar a la mayoría de sus hijas, a cambio me negó su compañía.
Me encantan las mujeres, coquetear, conquistar, besar. Ver es sus ojos la ilusión causada por la creencia de saberse queridas, deseadas. Sonreír coquetas cuando uno dice una broma, o una indirecta picosa. Despedirse con un abrazo, como si entregaran su cuerpo... soy capas de provocar todo esto, menos en Ella.
Sabes muy bien que hasta los huesos sólo calan los besos que no has dado los labios del pecado.
Pero ninguna de ellas es Ella. Y si bien disfruto besando, no besarla a Ella me duele.
Y me envenenan los besos que voy dando y sin embargo cuando duermo sin ti contigo sueño.
Ninguna se compara con Ella, pero ante la falta que me hace la imaginación suple su ausencia. Beso una morena, que mi imaginación tiñe pelirroja. Seduzco a una que mi fantasia transforma en Ella. Deseo, que toda mujer que pasa por mis brazos, por mis labios, por mis sábanas, no fuera quien es, sino que fuera Ella.
No debería contarlo y sin embargo cuando pido la llave de un hotel y a medianoche encargo un buen champán francés y cena con velitas para dos siempre es con otra, amor, nunca contigo bien sabes lo que digo.
No llevo mucho tiempo en el coche cuando suena mi celular. Es una vieja "amiga", que acabo de dejar en un Bar. Me pide que regrese por ella, que me extraña. Al principio dudo, pero tomo el primer retorno que encuentro. Al llegar al Bar ella ya esta esperando en la puerta. Se sube al coche en silencio, nos saludamos con un beso en los labios y cruzamos pocas palabras en el camino.
Al llegar al hotel pasamos a la cantina por un último trago. Yo pido Ron, ella Vodka. Al acabar tomamos el cuarto 24, todo el camino tomados de las manos. Poco a poco nos vamos quitando la ropa. Primero su blusa permitiéndome ver su busto protegido por su sostén. Uno a uno desabrocha los botones de mi camisa y mientras nos besamos nos recostamos en la cama, yo sobre ella. Mientras ella recorre con sus manos mi espalda yo beso su cuerpo; primero su cuello, después sus pechos (donde paso más tiempo), paso a su vientre, regreso a sus pechos y de nuevo al vientre.
La temperatura sube y los cuerpos sudan. En poco tiempo ambos hemos perdido toda la ropa...
Y me envenenan los besos que voy dando y sin embargo cuando duermo sin ti, contigo sueño.
A día siguiente, a pesar de despertar junto a ella, lo primero en que pienso es en Ella.
Y me envenenan los besos que voy dando.
No sé porque lo sigo haciendo. No debo seguir, no puedo seguir así. Estar con cada una de ellas, que no es Ella, me lastima y lo que es peor me aleja de Ella... cada nueva ocasión es peor que la anterior.
Y mientras regreso a mi casa, vuelven a sonar las palabras de Joaquín en las bocinas de mi coche recordándome que me envenenan los besos que voy dando.