sábado, 13 de diciembre de 2008

Experiencia de la mexicaneidad.

22 horas, jueves 11 de diciembre.
Arriba de un puente en Boulevard Adolfo López Mateos. Ciudad de México.
Nos dirigíamos, mi hermano, un amigo suyo y yo a la fiesta de final de semestre en la "Disco Lomas" sobre Avenida Palmas. Cuando el tráfico, de por sí pesado, lento y poco fluido, se detuvo, simplemente dejamos de movernos.
Así paso uno, otro, un tercero y muchos otros minutos. Poco a poco el tiempo pasó sin que nos moviéramos. Sin que ningún coche se moviera.
El nulo fluido de coches era inversamente proporcional al fluido de los segundo; lo cual provoco todo tipo de comportamientos y actos de los demás conductores y pasajeros de los demás automóviles. Primero se apagaron las luces de los coches, los cuales, después de otros minutos, apagaron sus motores. No falto quien creyó que el claxon de su auto tenía el poder de desaparecer el auto de enfrente, si lo tocaba como desquiciado. A unos metros de donde nos encontrábamos con Helena (mi Sentra 2002), unos cuates sacaron un balón de fut para comenzar la reta.
Mientras yo buscaba en la FM una respuesta a la falta de movimiento, mi hermano se bajo del coche y se bajo de Helena y camino para buscar las respuestas que FM no daba. Cuando regreso al coche dijo que simplemente la calle había sido cerrada, no sabia por quien pues no había llegado al final, pero desde donde llego se veían las cosas esas que hoy son tan famosas en la Ciudad de México, pues sirven para cortar las calles.
Sin previo aviso el tráfico volvió a moverse, los coches se encendía junto con sus luces y avanzaban. La reta fue bruscamente interrumpida, y todos sus jugadores (que hace unos minutos se sentían en la cancha del Estadio Azul jugando la final [seguramente mucho mejor que los jugadores del Cruz Azul]) regresaron a sus "naves". Todo mundo avanzaba menos el Taxi que estaba frente a Helena, por lo cual tampoco ella se movía con nosotros.
Después de insultar al ciudadano que estaba junto al Taxi y no se subía a encenderlo, entendimos que él era el pasajero y que el ciudadano conductor no se encontraba. El ciudadano pasajero, con cara de vergüenza nos pedía perdón mientras buscaba al ciudadano conductor. Él cual apareció de detrás de nosotros apuntando con el dedo índice hacia atrás. No entendimos porque lo hacia, pues ya sabíamos donde había estado.
Ambos ciudadanos se subieron al Taxi, él cual dio vuelta en "U" y se fue en sentido contrario por Boulevard Adolfo López Mateos. Ahora lo entendía, quería que tomáramos el mismo camino. No lo seguí, más allá se que hubiera sido imprudente e ilegal, la fiesta quebaba para el otro lado.
Con forme nos movíamos entendimos porque nos detuvimos. La calle se encontraba en reparación por lo que de tres carriles había sido reducía a uno, con una de esas cosas famosas que mencione renglones arriba. Ese único carril había sido bloqueado por peregrinos que en su camino al Cerro del Tepejac decidieron que podían cerrar Boulevard Adolfo López Mateos (una de las calles más imperantes de la ciudad más importante). Pues debía llegar seguros a su cita con la Morenita...

Esa fue mi experiencia de la mexicaneidad.