miércoles, 9 de septiembre de 2009

Compartimos la fortuna de la lectura

Parecía un domingo cualquiera en el cruce de Paseo de la Reforma y Avenida Juárez en la colonia Tabacalera. Eran las cuatro y media y la venta de los últimos boletos del sorteo 30 X 30 de la Lotería Nacional, anunciaba un evento especial en el edificio Moro.
Poco a poco fueron llegando los invitados que, acompañados de una inesperada lluvia, celebrarían junto a Miguel Ángel Porrúa los 30 años cumplidos de su casa editorial. La entrada al vestíbulo del edificio de nuestra Lotería Nacional se engalanó con la presentación de libros que dando muestra del buen trabajo de la editorial y de colaboradores, testigos del calor humano de Miguel Ángel. Amigos, familiares, empleados, colaboradores, políticos e intelectuales nos reunimos para formar parte de esta celebración, pero además con la esperanza de “pegarle al premio mayor”.
Algunos veían y compraban libros, otros contaban anécdotas sobre su relación con la editorial y el director, mientras estos y aquellos revisaban los números de sus boletos. Pero todos esperaban al homenajeado de esa noche, quien había logrado cumplir 30 años haciendo libros.
La llegada de Miguel Ángel al recinto fue el catalizador de abrazos, saludos y merecidas felicitaciones. Nadie quería quedarse sin saludar a Miguel Ángel, quien no pudo esconder la felicidad producto del trabajo bien hecho y del trato fraternal.
Pasó el tiempo y llegó la hora de pasar al “Salón de Sorteos”, aquel lugar donde millones tienen la esperanza que la fortuna les sonría, con su estilo art decó, fue abarrotado por los invitados. Cada uno tomó su lugar y el festejo inició con las notas de Héctor Infanzón, durante 30 minutos la música inundó, con sus intenciones, ritmos y sabores, los oídos y almas de los presentes.
Acto seguido Juan Ramón de la Fuente, “hizo uso de la palabra” (siguiendo el ejemplo del maestro Cantinflas) y después habló. Entre ambos actos se resaltó la importancia de los libros, tanto en la historia de la humanidad como en la de cada hombre. Entre aplausos, Juan Ramón cedió los micrófonos a Miguel Ángel Porrúa, quien recordó con gran emotividad su pertenencia a una vieja dinastía de libreros y editores, que no encuentra, más allá de hacer libros, otra actividad que lo defina mejor. Rememoró a su abuelo y a su padre con la certeza de llevar por buen camino la tarea que ellos iniciaron; agradeció a sus amigos, colegas, coeditores y autores por acompañarlo durante estos treinta años y, por último, agradeció a su hija Aldonza la decisión de unirse a él en esta noble profesión.
Llegó el momento del sorteo y de saber el número ganador. Las bolitas fueron saliendo mientras “los niños gritones” anunciaban los números que harían a alguien millonario esa noche.
El evento se prolongó con un vino de honor y bocadillos mexicanos en el vestíbulo del Edificio Moro. Entre risas, libros, anécdotas y uno que otro ganador, nuestra casa Editorial festejó sus 30 años cumplidos…. Nos veremos el siguiente año.

1 comentario:

Emilia Kiehnle dijo...

Es bueno ver que tienes la camiseta bien puesta ;)