Un horno por jaula

No suelo escribir sobre los temas que estan de moda, de esos que saturan la televisión y que todo individuo debe tener una opinión al respecto.

Pero ayer me encontré con mi primo el lobo (se que es raro que en una misma familia haya un lobo y un búho, pero como se irán dando cuenta mi familia es muy rara), que vive eternamente preocupado.

Su preocupación no es el intelecto agente, ni los distintos ahora en la medición del tiempo, ni el lineup de los Chicago Cub’s... su preocupación es el calentamiento global.

El calentamiento global esta en todos lados, en el cine, en la tele, incluso Jaime Mausan habla del tema.

Y todos dicen lo mismo; que los polos se están derritiendo, que cada año es más caliente, que las corrientes marítimas van a cambiar ocasionado una nueva era glaciar, que quien sabe cuantas especies van a desaparecer, que el nivel del mar va a subir chorro cientos metros hundiendo todas las ciudades costeras, que habrá miles de refugiados y que los tornados y ciclones será aún más fuertes y mortíferos.

Como cereza de este pastel apocalíptico; la solución no es sencilla, requiere una cantidad de cambios estructurales y globales en un tiempo muy corto y con grandes intereses económicos de por medio.

Antes de seguir si usted se siente deprimido ante este problema, ya somos dos.

No pretendo negar el peligro que es el calentamiento global, ni desprestigiar los datos científicos (no tengo conocimientos para ello); pero si creo, y es sólo una intuición, que ni el peor de los problemas ambientales, es tan peligroso y se solucionara antes de que occidente solucione, y se cure de la postmodernidad... hasta que no dejemos el relativismo, hasta que no dejemos de negar la posibilidad de verdad, hasta que no recuperemos los pilares de nuestra cultura, no podremos salvar al mundo.

Pues para salvar al mundo, tenemos los hombres que recuperar la razón.